Leyendas de Guatemala
El Sombraron
El
Sombrerón, también llamado Tzitzimite, es un
personaje mitológico de las Leyendas Guatemaltecas. Es
representando como un enano que lleva consigo un enorme sombrero, dando
serenatas a las mujeres que elige les trenza el pelo en la noche y tratando de
que se vayan con él formando parte de la amplia gama de almas perdidas por este
ente. Carga una guitarra y viaja en una mula que lleva carbón. Es un ranchero,
que canta y enloquece a las mujeres. Es uno de los últimos vestigios de la
"Pequeña Latinoamérica".
Una de las
leyendas más conocidas sobre este personaje de la cultura guatemalteca y además
también es muy conocida en Aguadas, Caldas dice así: Una noche El Sombrerón
caminaba en un barrio de La Antigua Guatemala cuando vio a una muchacha muy
bella con pelo largo y se enamoró de ella. Buscó su casa y le llevó serenata
una y otra noche, pero ella no le dijo nada a sus padres sobre él. Un día
empezó a dejar de comer hasta el punto de que casi murió, y fue entonces cuando
la madre se dio cuenta que era por El Sombrerón. Llevó a su hija a un convento
creyendo que ahí iba a estar mejor, pero la niña siguió sin comer y un día
despertó con una trenza en su pelo hecha por el espectro y ese día murió. Luego
en el velorio, apareció El Sombrerón llorando y sus lágrimas eran como
cristales. Jamás olvida a las muchachas que ha amado.
La Siguanaba
Según los relatos populares, la
Siguanaba se aparece como una atractiva mujer desnuda o vestida con un camisón
blanco translúcido, casi siempre de espaldas a su víctima. Se la ve usualmente
bañándose en tanques públicos, pilas, ríos u otras fuentes de agua
artificiales o naturales, aunque también puede estar lavando ropa. Suele
seducir a los hombres que salen a la calle durante las noches oscuras y sin
luna, a quienes desvía de su camino para finalmente hacerlos caer de algún
precipicio.
En Guatemala,
la Siguanaba se presenta como una hermosa mujer de pelo largo y muestra su
rostro hasta en el último momento, cuando se revela que es el de un caballo o
un cráneo humano. La víctima es generalmente un hombre infiel, quien, si no
muere del susto, se vuelve loco. En ocasiones el espectro puede adquirir la
apariencia de la novia de un hombre para engañar a este y apartarlo de su
camino.
A veces
también se les aparece a niños pequeños, ante quienes adopta la apariencia de
la mamá para atraerlos. Una vez que la Siguanaba los toca, los niños enloquecen
y son conducidos al campo, donde el espectro los abandona a su suerte.
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La Llorona
En México, varios investigadores estiman que la
Llorona, como personaje de la mitología y de las leyendas mexicanas, tiene su
origen en algunos seres o deidades prehispánicas como Auicanime, entre
los purepechas ; Xonaxi Queculla, entre los zapotecos; la Cihuacóatl,
entre los nahuas; y la Xtabay, entre los mayas lacandones.
Siempre se la identifica con el inframundo, el hambre, la muerte, el pecado y
la lujuria. En el caso de Xtabay (o Xtabal), esta diosa lacandona se
identifica como un espíritu malo con la forma de una hermosa mujer cuya espalda
tiene forma de árbol hueco. Al inducir a los hombres a abrazarla, los vuelve
locos y los mata. La diosa zapoteca Xonaxi Queculla, en tanto, es una deidad de
la muerte, del inframundo y de la lujuria que aparece en algunas
representaciones con los brazos descarnados.
Atractiva a primera vista, se aparece a los hombres, los
enamora y los seduce para después transformarse en esqueleto y llevarse el
espíritu de sus víctimas al inframundo. Auicanime era considerada
entre los purépechas como la diosa del hambre (su nombre se puede traducir como
la Sedienta o la Necesitada). También era la diosa
de las mujeres que morían al dar a luz en su primer parto, las cuales, según la
creencia, se volvían guerreras (mocihuaquetzaque), lo que las convertía
en divinidades y, por ende, en objetos de adoración y ofrenda.